lunes, febrero 06, 2012

Ideas sobre la escritura (2)

EL SÍNDROME DE RIMBAUD

En el mundo de los escritores la futilidad siempre es anacrónica. Es decir para contestatarios, revoltosos y revolucionarios los escritores. En el siglo XX vinieron los que retrataban un mundo sofisticado como Scott Fitzgerald y más tarde Tom Wolfe. Hoy una gran mayoría quiere describir mundos sofisticados. En este mundo la rebeldía se volvió un catálogo de lugares comunes; algo que podríamos llamar “el síndrome de Rimbaud”.

Recuerdo una entrevista a tres escritores jóvenes (menos de 40 años, pelo negro) que leí en El País hace unos meses. Los tres eran finalistas del premio Herralde y los tres habían sido publicados por Anagrama. Los tres hablaban (o chateaban) como adolescentes. Decían cosas inconvenientes, se burlaban de sus mayores (de Fuentes, de Vargas Llosa, de todos esos) y se mostraban felices y sorprendidos de ser unos nuevos escritores medio desconocidos.

Esa es la actitud de todos los que quieren, quisieron o tratan de parecer Rimbauds contemporáneos. Más o menos malditos, más o menos callejeros, más o menos buscabullas. Más o menos recordables. Todos aplaudidos por Herralde desde atrás de su escritorio que les murmura “eso chicos, haced ruido que no tengo pelas para la publicidad”.

Ser un joven escritor contestatario es toda una forma de vida. Hay quienes hicieron de eso una biografía, si no miren a Bukowsky boxeando imaginariamente con Hemingway en alguno de sus cuentos, pero tratando de escribir como él. Odiando el sistema literario pero jugando siempre en su periferia. Claro que él tenía talento para narrar, aparte del talento para maltratar a las mujeres y para meterse en peleas callejeras.

Hoy resulta una peste extendida, una suerte de pandemia, que afecta a todas las literaturas del mundo. Es comprensible. Cada vez hay menos lectores, menos espacios y se necesitan mensajes que hagan recordar a los posibles lectores, “hey aquí estoy léanme, soy un tipo chévere”.

Mientras escribo esto miro al lado mío la Rolling Stone de enero de este año en la que reseñan varios hechos memorables de 2011, los conciertos de Leonard Cohen, de Bruce Springstein y Bob Seger. Rockeros incombustibles que no tienen que seguir posando de Rimbauds para hace sonar su voz.

Y pienso, cuanta distancia hay entre los jóvenes Rimbauds destructores de mitos que patean el tarro y estos rockeros que siguen haciendo lo suyo sin preocuparse de ser niños terribles, pero en realidad siéndolo, y mucho.

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