Las obras de imaginación sobresalen por su fascinación y deleite; por su capacidad de atraer y conservar la atención. Es un libro bueno en vano aquel que el lector abandona. Solo es maestro aquel que mantiene la mente en complaciente cautiverio; cuyas páginas se leen atentamente y con fruición y que se vuelven a leer con la esperanza de un renovado placer; y cuya conclusión se anticipa con la tristeza con la que el viajero mira hacia el día de la partida.
Samuel Johnson
(Incluido en Alquimia de Escritor)
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