jueves, enero 05, 2012

Acompañar la escritura

En las últimas semanas del año que pasó se estuvo discutiendo sobre la incapacidad de escribir que tienen los estudiantes universitarios, la incapacidad de sus profesores para que lo hagan bien y otros temas subsidiarios. Todo ese debate que surgió a partir de la carta que escribió Camilo Jiménez despidiéndose de su cátedra sobre reseña en la Universidad Javeriana.

Pero no voy a referirme a este debate sino a su marco más amplio y general. La situación de la escritura en la universidad colombiana.

Da la causalidad de que estoy, de manera obligatoria, actualizado sobre ese tema ya que acompaño a estudiantes que desean escribir, o desarrollar sus habilidades para escribir. Trabajo en la Maestría en Escrituras Creativas de la Universidad Nacional y en la Especialización en Creación Narrativa de la Universidad Central; dirigí la red Nacional de Talleres de escritura Creativa, Renata, y sigo ligado a los procesos de escritura que hay en el país visitando talleres, universidades, ofreciendo charlas y siendo jurado de concursos y evaluador de proyectos lo cual me obliga permanentemente a echar una mirada en lo que está escribiendo la avanzadilla intelectual de las nuevas generaciones.

Durante los últimos años (digamos seis o siete) he visto una evolución en la escritura. Creo que los aspirantes a escritor escriben cada vez mejor. No creo que todo tiempo pasado fuera mejor, yo pienso que este tiempo es mejor para la escritura. Por primera vez en décadas, o más bien, en la historia de la educación en Colombia, la cátedra de escritura es una asignatura establecida en la principal universidad del país, con réplicas, a diversa escala, en muchos otros centros educativos. Algunas, como la Universidad de los Andes, soportan los talleres de escritura creativa que dictan Piedad Bonet y otras personas. La Universidad Central, al mando de Isaías Peña y Roberto Burgos Cantor, que tiene el taller más antiguo de las Universidades, ahora sostiene un completo programa de aprendizaje de la escritura: Taller, Pregrado y Especialización. La red Nacional de Talleres de Escritura creativa, Relata (antes Renata) permanece y se extiende cada año a nuevos municipios del país. Incluso la dirección de Cinematografía del Ministerio de Cultura tiene un programa, para fortalecer la escritura de guiones, dirigido a las regiones.

¿Entonces dónde está la queja?

Muy simple, en que más allá de las cátedras y programas de escritura creativa, se cree que no hay necesidad de más. Que los estudiantes de medicina o ingeniería no necesitan expresarse por escrito y con los estudios básicos de lenguaje, tienen que conformarse, cosa que no es cierta.

Ya algunos comentaristas han tocado el tema de cómo la escritura, la literatura y en general las humanidades, se siguen considerando “costuras” frente a las cátedras fuertes, “fundamentales”, que son todas aquellas relacionadas con el hecho de contar mercancías, contar dinero o hacer mediciones de materias primas para aplicarlas a la construcción o a productos manufacturados.

Considerar a las humanidades “costuras” habla muy mal de nuestro sistema educativo, pero creer que la escritura es una habilidad aleatoria, que puede o no tenerse, es simplemente aberrante.

Escribir para expresar sentimientos y nociones estéticas, la actividad del escritor es una cosa; escribir para comunicar conocimientos, investigaciones, o urgencias personales, es otra. Pero en cualquier condición nuestro sistema educativo ha dejado la habilidad de escribir al azar, en manos de los estudios de castellano que enseñan los tecnicismos del idioma, pero separados del uso real que el idioma tiene en la vida diaria. Y sin esa habilidad el progreso en todos los frentes del conocimiento se dificulta.

Una sociedad ágrafa es más o menos una sociedad intelectualmente incapacitada. Es por tanto una sociedad no lectora, una sociedad consumidora de contenidos que no crea, a la que los contenidos que consume le son adaptados de otras estructuras culturales. De otras industrias editoriales, cinematográficas, científicas, etc.

Escribir por tanto, no solo es hacer literatura, es propiciar la difusión de las investigaciones en el campo social, en las ciencias políticas, en la ciencia y en la tecnología. Escribir es ganar independencia en un mundo cada vez más interconectado y dependiente de los grandes centros del poder y la comunicación.

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