¿Para qué sirve un blog? Es una pregunta que todo bloguero se hace todos los días. Una explicación puede ser esta caricatura del New Yorker en uno de sus números de septiembre. Según esta, un tercio de los blogs se dedican a publicar “basura surtida” recetas de cocina, críticas de cine, críticas de libros, pensamientos, etc. Otro tercio de usuarios lo utiliza para promocionar al autor del blog, la venta de sus libros o sus pinturas. Y otro tercio, para las más variadas teorías conspirativas.
Como esto se dice en una caricatura todo lo dicho ahí es cierto y no lo es: es decir, es caricaturesco. Pertenece a la realidad pero la exagera para hacerla entender. Y por supuesto debemos pensar que sí, que la mayor parte de los blogs están enmarcados más o menos en una de estas opciones.
El Blog se ha convertido en un espacio que sirve para todo, desde desbloquear la comunicación en países con férreo control informativo, como Cuba o algunos países islámicos, hasta permitir que un escritor novato comience a subir sus escritos con la esperanza de que alguien les de una mirada.
El blog es un medio libre y personal. Es una de la oportunidades que ofrece la red. O como dice Arianne Huffington, “la nueva entretención de la gente es la comunicación”. Hay fenómenos curiosos como el blog Generación Y de Yoanni Sánchez que ha obtenido el favor de los lectores, los medios y es un éxito gracias a la censura cubana.
Los periódicos han absorbido el blog, como una suerte de columna en la que los blogueros colaboran en ofrecerle una personalidad al periódico, en lugar de que el periódico use la personalidad de los blogueros, como si lo hace la Arianne en su afamado medio de internet The Huffington Post.
El blog también puede ser una suerte de diario personal. Pero así como hay toda clase de diarios también se dan toda clase de blogs a manera de diario. Una cosa es asomarse a las páginas del diario de un adolescente que consigna allí sus cuitas de amor y otra un poco más interesante hojear el diario de Franz Kafka o el de Adolfo Bioy Casares.
Ese es el caso de Hemeroflexia de Andrés Trapiello. Él lo llama Almanaque. Trapiello es un escritor madrileño que año tras año publica un nuevo tomo de su diario. Es un autor disciplinado que recoge su día a día y lo publica más o menos con cinco años de distancia de los acontecimientos narrados. En su blog hace otra cosa, recoge sus apuntes dirigidos a la prensa, escribe sobre arte, lecturas, impresiones diarias y actualiza su blog con una frecuencia envidiable.
Y esta es una característica fundamental del buen blog: la frecuencia. Aunque también estan la pertinencia y la calidad de lo escrito.
La frecuencia es algo normal en la red. Nadie vuelve a una página que permanece semanas abandonada (yo a veces me descuido). La pertinencia significa que uno no puede hacer un blog para hablar sobre uno mismo, como el quinceañero enamorado que solo tiene energía para hablar de sí mismo y de sus cuitas de amor. O lo que es lo mismo: se equivoca de cabo a rabo el escritor que tiene el blog solo para colgar las entrevistas que le hacen, para incluir las críticas (favorables) que se le hacen y descuida al lector de su obra que puede interesarse en conocer los aspectos culturales complementarios de esa obra. Qué lee, qué películas ve, que ideas defiende ese escritor. Por último la calidad depende siempre de algo relacionado con lo anterior, es decir, publicar sobre temas específicos, que aporten un punto de vista refrescante sobre lo conocido. Y hablar de uno mismo solo es interesante cuando se contrasta sobre la visión que uno tiene sobre el mundo.
Por último, no sobra mencionar que el blog también sirve para hablar sobre el blog… pero seguiremos.
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