Esteban Dublin de la revista electrónica Internacional Microcuentista, me pidió que respondiera este cuestionario. Aquí lo copio.
Esteban Dublin: En tu blog personal, has escrito algunas notas con respecto a tu relación con el microrrelato. Cuéntanos de dónde salió tu gusto por el género y por qué...
RRV: Comencé a escribir cuentos (y novelas) desde que estaba en el colegio. Siempre fui un lector apasionado del cuento, Chéjov. London, Maupassant y ya en la universidad (comienzos de los setenta), se publicaban muchos cuentos de autores latinoamericanos. Parte de esta fiebre por el cuento produjo una gran revista mexicana dedicada al género: El cuento, dirigida por Edmundo Valadés. Esta revista publicaba en cada número algunos cuentos muy cortos, algunos de un párrafo, muy sorprendentes e ingeniosos. Entre sus autores se destacaba una autora argentina llamada Luisa Valenzuela y un venezolano, Luis Brito García. Al mismo tiempo conocí un par de antologías sobre el cuento fantástico hechas por Borges y Bioy Casares. En estas antología brillaban con especial incandescencia los cuentos cortos. Por tanto desde mis primeros tiempos como aprendiz de cuentista, le dediqué mucho tiempo al minicuento. Todavía me sigue interesando, mucho, como lector y como autor. Los disfruto mucho leyéndolos y cuando se me da, también escribiéndolos.
E.D: Sabemos que amas la fotografía. ¿Qué relación encuentras entre el microrrelato y tu otra pasión?
RRV: En realidad no estoy muy de acuerdo con aquella idea esbozada por Cortázar de que un cuento es como una foto y una novela como una película. Más bien estoy de acuerdo con el cuentista Octavio Escobar, quien dice que el cuento es lo que más se parece a un largometraje. La foto tiene una relación mucho más directa con la poesía. Actualmente mis fotografías son imágenes intervenidas de manera digital. Probablemente en una fotografía mía, una vez terminada de elaborar, se pueden encontrar cinco o seis negativos o tomas digitales (a veces más), pero aunque trato de sintetizar historias en ellas, creo que solo consigo lograr una impresión, una sensación sobre la realidad fotografiada. El microcuento, tal como yo lo entiendo, tiene más que ver con el hecho de contar que con la prosa poética, que abunda en la minificción. Por tanto no encuentro una relación evidente entre el microcuento y la fotografía. Supongo que muy profundamente mi actividad como escritor y como fotógrafo se nutren de la misma necesidad de expresión; pero me resulta difícil definir esa conexión.
E.D: Has sido premiado en diferentes certámenes nacionales de cuento. ¿A qué crees que se deba? ¿Qué le dirías a los escritores que se quieren dedicar a esto?
RRV: Gané algunos premios de cuento en diversas épocas de mi vida. Supongo que lo conseguí porque eran los cuentos que más impactaron al jurado. Hoy en día participo como jurado en muchos concursos y sé que los buenos cuentos se van imponiendo poco a poco. A medida que uno va leyendo –en medio de la avalancha de escritos–. Poco a poco, pero con firmeza, los mejores cuentos se van decantando por argumento, originalidad y escritura. Yo creo que los concursos son buenos para comenzar a difundir la obra de los autores novatos o simplemente de los escritores que buscan un poco de reconocimiento, y en algunos casos, algo de apoyo económico en un medio donde existe tan poco estímulo para los escritores. Para ganar hay que tener obra de calidad, pero también hay que contar con algo de suerte, y esa suerte es que el jurado realmente lea todo lo que llega. Un jurado descuidado (que no lea con juicio) le puede hacer daño a un escritor que ha trabajado con honestidad. A veces mis compañeros de jurado han tenido opiniones totalmente contrarias a las mías. He estado en situaciones donde yo propongo un ganador y mis compañeros de jurado no lo consideran ni como finalista (así de subjetiva puede ser la manera de juzgar en un jurado). Nunca hay que tomar el resultado de un concurso como una opinión definitiva sobre lo que uno escribe. Ni cuando se gana, ni cuando de pierde.
E.D: Háblanos de tu malestar con respecto al auge desmedido que ves con respecto a la minificción…
RRV: No tengo ninguna reserva, por principio, ante el minicuento o relato breve. Me preocupa que los nuevos escritores crean que es un camino de aprendizaje debido a la aparente facilidad que representa escribir un párrafo. Por ese camino se llega a creer que el cuento, en su versión habitual (2 a 20 páginas) solo es un camino para llegar a las ligas mayores representadas por la novela, lo cual no es cierto. El minicuento, el cuento y la novela son un destino en sí mismos. Hay escritores que desarrollan habilidad para uno de estos géneros y a veces no les alcanza la habilidad o la experiencia para dominar otras formas de narrar. Cada una de esta formas conlleva dificultades. Un buen minicuento es tan exigente como un buen cuento o como una novela. La narrativa se divide básicamente en dos. Las obras necesarias y las prescindibles. Las necesarias son aquellas que reflejan intereses reales, honestidad vivencial e intelectual, oficio y dedicación. Las prescindibles son las que se hacen por calentar la mano, entre estas probablemente está un alto porcentaje de eso que llamas el “auge desmedido de la minificción”.
E.D: ¿Hacia dónde crees que va el microrrelato en Colombia? ¿Crees que haya un futuro editorial?
RRV: Siempre hay futuro para los cuentos bien escritos. Lo que sucede es que los buenos cuentos son muy escasos. Yo solo tengo un libro de cuentos cortos (no creo que puedan considerarse minificcción) y no tuve problemas para publicarlo en una editorial que lo ofrece en Colombia y en otros países de América Latina. Editar en Colombia siempre ha sido difícil para el escritor que comienza. Las editoriales de origen español tienen poco interés en el cuento, en general y casi ninguno en el microcuento. Sus editores rinden pleitesía a la noción de que solo la novela vende. Sin embargo hay nuevas editoriales, tanto en España como en Colombia, que apuestan por nuevas opciones. Un buen conjunto de microcuentos siempre encontrará posibilidades de ser publicado en una de estas editoriales.
E.D: Aparte de la literatura y la fotografía, otras cosas deben apasionarte. ¿Cuáles son?
RRV: Cine, salsa, rock, jazz y la historia de América desde mucho antes de 1492.
Un libro: Tirante el Blanco de Joanot Martorell (y Martí Joan da Galba).
Una película: El filo del tiempo de Win Wenders.
Un autor: Mis preferencias varían constantemente, hoy es Cormac MacCarthy.
Un aroma: Tierra caliente.
Una comida: Mexicana y/o española.
Una foto: La secuencia Things are queer de Duane Michaels.
Un cliché: Ninguno.
Un dibujo animado: Fritz the cat, de Ralph Bakshi, basado en el cómic de Robert Crumb.
Una frivolidad: Todas.
Un secreto: No saber guardarlos.
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