Soy autor de cuentos breves, digamos de menos de quinientas palabras. Y de cuentos de extensión mas convencional, digamos de entre diez y veinte cuartillas. Me gusta la brevedad, pero detesto la idea que se ha erigido acerca del microcuento, el microrrelato o como quieran llamarlo. Hay tal profusión de textos amparados bajo el amplio paraguas de la minificción que ofrece patente de corso para que cualquier cosa sea un minicuento. El titular de un periódico, un haikú mal redactado, un pensamiento propio para un acróstico estudiantil, un fragmento de novela, un juego de palabras más o menos afortunado, etc, etc.
Hace muchos años, circuló en México y en América Latina, una revista famosa, El cuento, dirigida por Edmundo Valadés. Esta revista fue la primera en dar amplia cabida a los relatos de corta extensión. Allí se conocieron los primeros relatos breves de la argentina Luisa Valenzuela, de Marco Denevi, de Luis Britto García, Augusto Monterroso y del propio Valadés, quien ya comenzaba a establecer una idea sobre esta variante del género cuentístico.
“La minificción –dice Edmundo Valadéz– no puede ser poema en prosa, viñeta, estampa, anécdota, ocurrencia o chiste. Tiene que ser ni más ni menos eso: minificción. Y en ella lo que vale o funciona es el incidente a contar. El personaje, repetidamente notorio, es aditamento sujeto a la historia, o su pretexto. Aquí la acción es la que debe imperar sobre lo demás”.
La estudiosa del Género, Violeta Rojo, dice que, entre otras características los microrrelatos: “Suelen poseer lo que se llama ‘estructura proteica’, esto es, pueden participar de las características del ensayo, de la poesía, del cuento más tradicional y de una gran cantidad de otras formas literarias: reflexiones sobre la literatura y el lenguaje, recuerdos, anécdotas, listas de lugares comunes, de términos para designar un objeto, fragmentos biográficos, fábulas, palíndromos, definiciones a la manera del diccionario, reconstrucciones falsas de la mitología griega, instrucciones, descripciones geográficas desde puntos de vista no tradicionales, reseñas de falsos inventos y poemas en prosa, por no dar más que algunos ejemplos”.
Hasta aquí ningún problema con los dos fragmentos más o menos definitorios del microrrelato. En general, tales preceptos no estarían lejos, tampoco, de los del cuento en su versión moderna. Digamos que tomando la última frase de Valadés, el cuento es “aquello donde impera la acción sobre lo demás”. Y lo demás es descripción, reflexión, invocación, historia y poesía.
Y, además, debe existir un personaje, aunque esté rudimentaria o esquemáticamente construido. Hasta en el famoso El dinosaurio de Augusto Monterroso hay un personaje. “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Quien despierta es un sujeto con conciencia de sí mismo, un ser humano, y hay una acción: despertó. Y otra acción implícita: despertó a una pesadilla; al miedo, a ser cazado probablemente. Y bueno, no vamos a hacer más interpretaciones sobre el microcuento más citado de todos los tiempos. Solo quería decir que incluso en ese relato de una sola frase hay un personaje.
Pero hay problemas con este microgénero. Para dar un ejemplo propongo un caso particular: el de la revista El Cultural, del Diario El Mundo de España, que tuvo un concurso que se llevó a cabo en el blog del escritor Montero Glez. Se llamó, Cuenta 140. O sea los caracteres de un mensaje de twitter. El cuento reducido a los limites de un "tweet". Ya tiene ganadores después de diez meses de estarlo promoviendo. Y como decía al principio casi cualquier cosa pasa por minicuento Claro que Montero Glez no dice en ninguna parte que lo que el promueve es un cuento. Dice simplemente, “cuenta 140”, es decir cuenta algo. Y eso algo a veces parece un cuento, como este escogido entre los gandores:
“Encontraron su cadáver junto a la máquina de escribir. Nunca escribió nada importante. Pero su nota de suicidio fue un éxito de ventas.”
Y a veces no lo parece; como este otro, también incluido entre los ganadores:
“El microrrelato se indignó contra la novela, igual que Plutón contra la Tierra, nunca conseguirá ser planeta”.
Que se parece mucho a este encontrado en un sitio de la red dedicado al género. Se titula "La noche 1001" Y dice así:
"En la última noche a Sherezade sólo se le ocurrió un relato hiperbreve. Realmente lamentó estar falta de inspiración."
Lo dicho, en este microgénero cualquiera se puede hacer un maestro. O al menos pasar como escritor cuando tal vez no sea más que un afortunado redactor de frases ingeniosas.
1 comentario:
Genial el post, y re completo! Lo bueno, si breve, dos veces bueno. jajaja
La minificción es mágica y muy atrapante. Es increíble la complejidad literaria que puede lograrse en solo un par de lineas
Justamente también hable de los microrelatos en mi blog, donde menciono algunos detalles y características generales.
Te invito a leer mi nota y comentarla!!
http://www.viajarleyendo451.blogspot.com.ar/2013/07/una-caracterizacion-vertiginosa-de-la.html
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Luciano
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