domingo, junio 10, 2012

Los cuentos de García Márquez

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Acaba de aparecer una edición de los cuentos completos de Gabriel García Márquez. Pareciera que a esta altura de la vida decir algo sobre esta obra es superfluo, y quizá lo sea; sin embargo, no puedo evitar una reflexión sobre estas piezas maestras de nuestro más conocido escritor.

En medio de tanta maravilla narrativa: Cien años de Soledad, El otoño del patriarca, El amor en los tiempos del cólera, etc, se puede olvidar que la obra cuentística de García Márquez es excepcional.

Gracias a algunos de sus cuentos, los del período reunido en Ojos de perro azul, García Márquez se dio a conocer ante el gran novelista y periodista Eduardo Zalamea Borda, quien como responsable de la página cultural de El Espectador fue el primero en publicarlos. En estos cuentos ya se anunciaban algunos de los temas y maneras de contar que GGM frecuentaría más adelante. Luego vendría un periodo de maduración en el cual se sentiría mucho la influencia de los autores norteamericanos. Son aquellos cuentos de  Los funerales de la Mama grande (1962). Este es el que yo llamaría su período anglosajón, la segunda etapa en su proceso personal. El registro de estos cuentos es muy diferente al de los primeros y también distinto al de La hojarasca (1955) y al Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo, un texto que se desprendió de aquella novela y que fue rescatado por la revista MITO. Con estos cuentos y con El Coronel no tiene quien le  escriba (1961), GGM logró transmitir su mundo con esa sobriedad aprendida a Hemingway y a Fitzgerald, pero también al Faulkner cuentista. Asimiló todo lo que había que aprender sobre cómo componer un cuento leyendo a los grandes maestros de idioma inglés, que, hasta ese momento, eran los mejores exponentes del cuento moderno.

Pasaría un tiempo, una novela escrita también bajo esta influencia, La mala hora (1964), hasta que pudo encontrar su voz definitiva en Cien años de soledad (1967). Posteriormente haría unos cuentos de nuevo registro, muy personales en su tono de voz, La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972). Este es el que podemos considerar su tercer momento como cuentista. Aquí todavía el mundo desbordado de Cien años de soledad está presente. La voz que se alza es la de un narrador en proceso de surgimiento que se expresará con toda su fuerza en  El otoño del patriarca.

El cuarto momento de las búsquedas de GGM en el cuento lo encontramos con sus Doce cuentos peregrinos (1992). En estos hay una libertad enorme al momento de componer esos relatos que narran otros mundos diferentes al del Caribe. Algunos incluso se expresaron primero como notas de prensa (o guiones) antes de encontrar su envoltura bajo la forma del cuento.

En estos cuatro momentos de la obra del GGM cuentista podemos encontrar o visualizar una búsqueda exigente. Una exploración sobre la manera de contar que nunca se conformó con los logros alcanzados y nunca se repitió ni se propuso escribir utilizando los descubrimientos hechos como una fórmula garantizada.

García Márquez siempre supo cual era el oficio fundamental del escritor: encontrar la forma perfecta de echar el cuento.